viernes, 16 de marzo de 2012

poesías a Cerro Pasco





El poema que lleva por título “SONETO” apareció el 6 de diciembre de 1911 en el Nº 782 del vocero “El Minero Ilustrado” de Cerro de Pasco. Vallejo había llegado a esta ciudad en mayo de 1911, cuando tenía 19 años, acosado por múltiples urgencias económicas, que logran, en parte, ser aliviadas al desempeñar como preceptor de los hijos de Domingo Sotil miembro de la alta sociedad cerreña.





SONETO

El día toca a su fin. De la cumbre
de un enorme risco baja el rebaño
pastor garrido, que con pesadumbre
toca en su quena un yaraví de antaño.

El sol que lento cae, con su lumbre
dá un tinte de misterio y de tristeza
á un campo de solemne soledumbre.
La aura pasa suave. La noche empieza.

La choza pastoral está á la orilla
de un río de corriente silenciosa;
hila en la puerta una india candorosa.
………………………………………
Después los labradores en cuadrilla
rendidos se recogen a la choza
………………………………………
Dá las seis el reloj de una capilla……

  1. Cerro de Pasco

    Ciudad hospitalaria cuna de grandes maravillas, 
    majestuosa tierra de incomparable y incomprensible clima;
    al ver que te destruyen por ser tan rica en minerales, 
    lloran los andes y el majestuoso cóndor desde lo mas alto,
    al ver el dolor de la gente cerreña.
    Cuantos te adoptaron, 
    pero ninguno te quiso recuperar,
    una vez fuera de tu opulencia se vanaglorian vanamente y
    como buenos van diciendo a la gente: reelíjanme y detendré esta inicua destrucción, 
    solo reír me queda porque creer en un mentiroso 
    seria desastroso.
    Cerro de Pasco las empresas que vienen trabajando tus tierras te destrozan sin asco,
    de que nos vale al pueblo hacer marchas y poner denuncias, 
    si la justicia es injusta y el estado 
    esta dormido y sentado.
    ¿Quién podrá detener tu destrucción?, 
    si así como ahora sigue la situación no nos quedará de otra
    que marcharnos a otro lugar y llorar por tu desaparición.

    Para: mi ciudad querida Cerro de Pasco
    De: Niels Omar Ramos Guillermo
     


    Los mineros salieron de la mina

    Los mineros salieron de la mina 
    remontando sus ruinas venideras, 
    fajaron su salud con estampidos 
    y, elaborando su función mental, 
    cerraron con sus voces 
    el socavón, en forma de síntoma profundo.

    ¡Era de ver sus polvos corrosivos! 
    ¡Era de oír sus óxidos de altura! 
    Cuñas de boca, yunques de boca, aparatos de boca (¡Es formidable!)

    El orden de sus túmulos, 
    sus inducciones plásticas, sus respuestas corales, 
    agolpáronse al pie de ígneos percances 
    y airente amarillura conocieron los trístidos y tristes, 
    imbuidos, 
    del metal que se acaba, del metaloide pálido y pequeño.

    Craneados de labor, 
    y calzados de cuero de vizcacha, 
    calzados de senderos infinitos, 
    y los ojos de físico llorar, 
    creadores de la profundidad, 
    saben, a cielo intermitente de escalera, 
    bajar mirando para arriba, 
    saben subir mirando para abajo.

    ¡Loor al antiguo juego de su naturaleza, 
    a sus insomnes órganos, a su saliva rústica! 
    ¡Temple, filo y punta a sus pestañas! 
    ¡Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus adverbios! 
    ¡Felpa de hierro a sus nupciales sábanas! 
    ¡Mujeres hasta abajo, sus mujeres! 
    ¡Mucha felicidad para los suyos! 
    ¡Son algo portentoso, los mineros 
    remontando sus ruinas venideras, 
    elaborando su función mental 
    y abriendo con sus voces 
    el socavón, en forma de síntoma profundo! 
    ¡Loor a su naturaleza amarillenta, 
    a su linterna mágica, 
    a sus cubos y rombos, a sus percances plásticos, 
    a sus ojazos de seis nervios ópticos 
    y a sus hijos que juegan en la iglesia 
    y a sus tácitos padres infantiles! 
    ¡Salud, oh creadores de la profundidad!... (Es formidable.)




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